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Giorgio Vasari, 1534 – BY PERMISSION OF THE MINISTRY OF CULTURE – Gallerie degli Uffizi.

Fresco, elegante, armonioso. Las pinceladas de Sandro Botticelli captan la esencia misma de los inicios del Renacimiento: un nuevo despertar de la belleza clásica, con una tierna reverencia hacia la humanidad. Una belleza que sitúa la forma humana y la mirada conmovedora en el corazón de sus obras maestras. En medio del esplendor de la corte de los Médici, Botticelli transcribió el redescubrimiento de los valores antiguos, creando nuevas formas de encanto estético que actúan como testamento de la celebración humana, haciéndose eco del espíritu que Ferragamo defiende hoy en día. El pintor investiga las pasiones humanas, los pensamientos que se esconden tras cada plácida expresión dentro de cada retrato. El arte de Botticelli es oxígeno renacentista, un nuevo aliento vital de belleza atemporal.

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Desde los albores del Renacimiento, Florencia ha latido como un crisol donde intelectuales, artistas, científicos y músicos fusionan sus diversos conocimientos. Gracias al patrocinio innovador de los Medici, la ciudad se transforma en un escenario expansivo que da a luz a una comunidad experimental. Los estudios y academias de artistas, cargados de fervor vibrante, emergen como epicentros de la alquimia creativa. Desde estas profundidades florentinas surge un ethos ecléctico, esculpiendo nuevos paradigmas de belleza y moralidad. Estos mismos valores son los pilares de la visión de Ferragamo, cuyo espíritu se entrelaza con una sinfonía moderna de creativos - desde creativos, directores y fotógrafos hasta artistas, diseñadores de sonido y académicos. Juntas, forjan una comunidad dinámica, dando forma a un tapiz multifacético de arte y pensamiento contemporáneo.

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Giorgio Vasari, 1534 – BY PERMISSION OF THE MINISTRY OF CULTURE – Gallerie degli Uffizi.